Porteadores de Machu Picchu

Si quieres hacer el Camino Inca hasta Machu Picchu hay que inscribirse con tres meses de antelación para poder optar a una de las 500 plazas que diariamente parten. Y no todo son turistas. En las 500 plazas se incluyen a los porteadores y guías que suman un total superior al número de turistas. Es una excursión emblemática para unos y el pan de cada día para muchos otro.

Hace 30 años los cuzqueños hacían el camino Inca en solo dos días. Cargaban con su comida para alimentar al cuerpo, y con alcohol para burlar los reclamos del alma. Era una pequeña evasión, para los jóvenes de clase media-alta, del control estricto de sus ambiciosos padres.

Hoy el camino se hace en 4 días y los turistas llevan un equivalente en número de porteadores que carga con la comida y el techo. El primer día del camino el guía nos contó una bonita historia:

Hasta no hace mucho, la explotación de las agencias por un lado, y el deseo de los porteadores de rascar algunos soles más por otro, hacía que los porteadores cargasen fardos entre los 30 y los 50 kg. No había ningún control que velase por la salud de aquella profesión. Pero en el año 2002 el Instituto Nacional de Cultura (INC) decidió colocar una serie de estrictos controles a lo largo del camino, para restringir la carga en un máximo de 20 kg. Ahora los derechos de los porteadores están protegidos, pues de lo contrario, la agencia “podría” ser multada.

El tío quedo como Dios. Lo explicó en ese tono que refleja un acuerdo absoluto con tal resolución y una falsa empatía por un trabajo que nunca había hecho. Y fue una carta de presentación perfecta para meternos a todos en el bolsillo.

En el grupo éramos 14 turistas, 14 porteadores y 3 guías. Los porteadores salían los últimos del campamento pues tenían que recogerlo todo, y llegaban los primeros en cada etapa, para que todo volviese a estar listo a la llegada de los aquejados turistas. Nos adelantaban casi corriendo fuese subida o bajada con mochilas gigantes construidas con tela de saco. Y aquellos enormes volúmenes solo pesaban 20 kg, que extraño.

Creo que le pregunté hasta 3 veces al guía si de verdad los porteadores, hombres entre 17 y 50 años, solo cargaban 20 kg. –Por supuesto- dijo, -de lo contrario la agencia podría ser multada-. Aquello no me convenció. Cada vez que veía las caras desencajadas de los porteadores y sus piernas clavadas en el suelo por el peso, aumentaban mis dudas. En el segundo día conseguí escaparme con un porteador joven de 18 años. Me dijo que cargaba con el arroz, el atún y las verduras de todo el grupo.

- ¿Y cuanto pesa tu fardo?
- 28 kg.
- ¿Cómo es posible? ¿No tenéis un límite de 20kg?

Me contestó con una mirada de incredulidad. A cada porteador que pasaba le preguntaba por su peso y nadie acertaba a darme un cantidad inferior a los 27 kg. Algunos llevaban hasta 32 Kg. No entendía nada. Volví a preguntar al guía, explicándole la nueva información que tenía, y volvió a contestarme con grasienta diplomacia que aquello no era posible y que los porteadores debían estar fanfarroneando. Lo pregunté a los otros dos guías, y obtuve similares respuestas aunque con un poso de incomodidad en la sombra de sus ojos.

Tendrías que ver aquellos enormes fardos sobresaliendo por detrás de sus cabezas. El volumen es solo una de las variables que determinan la masa de un cuerpo. La otra, bien puede ser, el sonido de sus pies desnudos y agrietados, enfundados en sandalias de neumático, golpeando las piedras incas del camino. Y siguen corriendo.

El Camino Inca es muy bonito aunque dista bastante de lo que podríamos entender como una experiencia vital. La ingeniería de los Incas se ha convertido en un ingenio para secar el dinero de los turistas. Después de una pendiente empinada que deja atrás otro valle aparecen paraditas de refrescos caducados y botellas de agua a precios que no pagaríamos ni en España. Y el camino, aunque intenta estar limpio, se plastifica con les envases que turistas sin escrúpulos siembran al caminar. Lo más inquietante es sin duda escuchar el silencio de la historia cuando caminas por las ruinas Incas, una experiencia que solo se puede tener en el camino. Una vez en Machu Picchu, la ciudad sagrada se torna más poblada que cuando moraban sus habitantes hace más de medio milenio. Cientos de turistas suben en autobuses para invadir con sus cámaras todo aquello que señale el guía de turno, o por mimetismo que alguien esté fotografiando. La belleza de Machu Picchu no se puede ver mas que a primera hora de la mañana, justo antes de que las camisas y jerséis de colores pintarrajeen la hierba verde y las piedras amarillas y ocres.

El último día me enteré de muchas cosas. Para empezar, dos turistas habían solicitado y pagado por un porteador extra que cargase con sus mochilas. Así debíamos tener 2 porteadores más, que no teníamos. En Machu Picchu pregunté en la oficina del INC sobre las diferentes versiones en los pesos de los fardos, y ¡¡¡Voila!!! Resulta que si el porteador declara en los controles que quiere cargar más peso, no hay penalización alguna. El porteador cobra más y la agencia reduce los costes en recursos humanos. ¿Y por qué querría un porteador cobrar más? ¿Quizá porque en los 4 días, trabajando a destajo, cobran menos de 50€?

Robiol.

1 comentarios:

El Faro dijo...

Ignacete, no se te escapa una...