Alquilar una moto por 5$/24 horas es relativamente fácil en Phnom Penh, lo difícil es llegar vivo a última hora de la noche.
La polución asfixia tus pulmones, y las locas carreras de semáforo a semáforo perseguidos por decenas de Hondas pegadas a tu rueda de atrás te ponen la adrenalina a mil. Tras la cuenta atrás de cada semáforo, se esconden 3 o 4 policías que, porra en mano, te señalan desde lejos para apartarte temporalmente del Grand Prix. Al 3er semáforo nosotros ya habíamos hecho el primer “game over”. Robiol, entusiasmado, se saltó un semáforo en rojo, y nos señalaron la cuneta. Al pedirnos la documentación, nos dimos cuenta que no llevábamos Pasaportes ni Permisos de Conducir, o sea el pleno. Sólo nos faltaba un control de alcoholemia positivo. Aún así, una multa que podía haber sido de 300€ en España, resultó ser de 15$, pero aún así nos hicimos los ofendidos, y regateando descaradamente conseguimos rebajarla a 5$. Esto en España hubieran sido 500€ más por intento de soborno, pero aquí es una divertida forma de que te dejen marchar.
Y así continuamos nuestra aventura esquivando a las raídas tuc tuc, los viejos ciclos pedaleantes y adelantando a camionetas cargadas de chatarra, eso sí, sin dejar de sonreir a nuestros más acérrimos competidores. Un par de derrapes peligrosos, unos cuantos frenazos manuales de chancleta, último acelerón y… ¡Misión cumplida! Atravesamos la línea de meta sin un solo rasguño.
¡Medalla de plata en su deporte nacional!
Rajol.
La polución asfixia tus pulmones, y las locas carreras de semáforo a semáforo perseguidos por decenas de Hondas pegadas a tu rueda de atrás te ponen la adrenalina a mil. Tras la cuenta atrás de cada semáforo, se esconden 3 o 4 policías que, porra en mano, te señalan desde lejos para apartarte temporalmente del Grand Prix. Al 3er semáforo nosotros ya habíamos hecho el primer “game over”. Robiol, entusiasmado, se saltó un semáforo en rojo, y nos señalaron la cuneta. Al pedirnos la documentación, nos dimos cuenta que no llevábamos Pasaportes ni Permisos de Conducir, o sea el pleno. Sólo nos faltaba un control de alcoholemia positivo. Aún así, una multa que podía haber sido de 300€ en España, resultó ser de 15$, pero aún así nos hicimos los ofendidos, y regateando descaradamente conseguimos rebajarla a 5$. Esto en España hubieran sido 500€ más por intento de soborno, pero aquí es una divertida forma de que te dejen marchar.
Y así continuamos nuestra aventura esquivando a las raídas tuc tuc, los viejos ciclos pedaleantes y adelantando a camionetas cargadas de chatarra, eso sí, sin dejar de sonreir a nuestros más acérrimos competidores. Un par de derrapes peligrosos, unos cuantos frenazos manuales de chancleta, último acelerón y… ¡Misión cumplida! Atravesamos la línea de meta sin un solo rasguño.
¡Medalla de plata en su deporte nacional!
Rajol.
1 comentarios:
que vertigo y que medio. pero la vida es un viaje trepidante. aqui pagar multas no es tan divertido.
saludos
Publicar un comentario