Laos en tiempos modernos...

Hemos atravesado esa gruesa línea que dibuja el Mekong entre Camboya y Laos, y nos hemos adentrado en este nuevo mundo, apenas unas decenas de kilómetros, para aterrizar en uno de los lugares más turísticos de Laos: las 4.000 islas. De todas ellas nos hemos dejado caer durante varios días en Don Khon, por ser dentro de la avanzada industria turística que se ha puesto en marcha, la isla más tranquila.

Al frente de Don Khon está Don Det, la isla perfecta dónde la ropa de marca, las gafas de sol de pasta blanca y los peinados a lo Beckam, se codean en su elemento. Bares, música, alcohol, “happy” experiencias… Un buen lugar para divertirse y salir de marcha, o para descansar y disfrutar de cascadas, de caminatas por la jungla, de zumos de frutas, de baños en el río y de pagodas multicolores e intrincadas.

Los locales van adaptando su oferta cada año a las nuevas excentricidades. Al mismo tiempo continúan con su propia vida, inmutables, y es que entre los bungalows viven los perros, los búfalos, las gallinas y los cerdos. Por las tardes, cuando cae el sol, los laosianos se acercan a sus huertos de verduras y hortalizas, fuertemente vallados con bambú para protegerlos de los animales, y con mimo aran una pequeña zanja o recogen algunas hojas secas. Los jóvenes trepan temerariamente a las altas palmeras para coger cocos, y los monjes budistas con su hábito azafrán, recorren los caminos de tierra para buscar su sustento a cambio de una bendición.

El viajero encuentra aquí una Ibiza más exótica, una Kuta (Indonesia) con playas de agua dulce, una Dharamsala (India) de gastronomía para todos los gustos. Hace sólo 7 años los que habían viajado por Laos explicaban las maravillas de un país que aun no nos había conocido. Dormías, comías y bebías como ellos. Ahora todo eso es sólo una anécdota del pasado, que se comenta entre hamburguesas, pizzas y batidos, mientras un pescador arriba su barca al Mekong.

Sinceramente, bravo por los laosianos, porque han dado con una mina de oro para conseguir divisas y salir de la pobreza material. Aunque por otro lado, el mundo está cambiando tan rápido que en pocos años estos países serán una especie de parques temáticos donde se podrá comer en todas partes lo mismo, y donde se podrán comprar sombreros mexicanos. El mundo no es más que lo que nosotros le pedimos: entretenimiento y consumismo.

Robiol.

1 comentarios:

Montse S. dijo...

Pues que ya mismo nos vemos
¿ en junio en la India?
Lo que me a costado hacer el comentariooooo