98 km

Todos dicen que es una verdadera locura atravesar Mondulkiri para llegar a Ratanakiri. Ambas regiones están comunicadas por tan sólo una senda estrecha de arena y polvo rojo por donde es imposible que acceda un vehículo de 4 ruedas. Pero hemos de continuar nuestro rumbo hacia el norte (Laos) y evitar ese camino es obligarnos a retroceder para dar un tremendo rodeo.

Así que llegamos hasta Ko Nyec en una pick up (con 12 personas más), que es el punto de partida e intentamos negociar con los aldeanos para intentar que alguien nos lleve
en moto hasta Ban Lung, a 98km de distancia. Al principio, todo eran reticencias y suspiros. Después nos piden 50$ por hacer el trayecto (50$: ¡¡nuestro presupuesto de 2 dias!!). En un taller mecánico unos jóvenes nos proponen 38$ después de regatear un buen rato. Finalmente, conocimos a Andrew, un suizo completamente cubierto de polvo que nos explicó que venía precisamente de allí y su “driver” iba a volver de vacío. Con ellos finalmente conseguimos el trato por 30$.

A las 6.00 a.m. estábamos ajustando las mochilas de mas de 35kg entre las rodillas de Bomun, y sentándonos atrás de su moto Scooter. Menuda locura. La imagen ya era épica, pero faltaba experimentar lo mejor: el camino. 98km de tierra finísima, cubierto de polvo, surcado de baches, raíces y piedras. Bomun manejaba la moto con verdadera soltura con los pies prácticamente siempre en el suelo reptando como un gran lagarto, haciendo equilibrios para no resbalar en la arena. Además, había de sufrir mis continuos cabezazos con el casco integral cada vez que nos metíamos en un bache (-Ups! Sorry!- -No probleeem...-) o mis garras apretadas a su chaqueta cada vez que aceleraba para salir de un mar de polvo. La moto de Robiol no hizo más que dar problemas, se calaba, cambios de bujías rotas, ruedas pinchadas. Toda una odisea en la que no hacíamos más que mirarnos de reojo sin pronunciar una palabra.

Pero al final lo conseguimos después de casi 6 horas de traqueteo (Cálculo necesario: 98km/6horas=16km/hora). Con un sprint final, hicimos nuestra penosa aparación en la ciudad de Ban Lung, cubiertos de una nube de polvo, masticando arena, la boca completamente seca, la cara negra y los ojos llorosos, preguntándonos si habían conseguido batir algun tipo de record con nosotros. Al bajar de la moto escuché crujir todos mis huesos.

- Pero los tengo todos en su sitio.- pensé-. Y fue todo un alivio.

Rajol.

Carreteras perdidas de Camboya

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