Bienvenidos a Beijing, capital de todas las tiendas de ropa, de todas las franquicias de comida rápida y de tecnología punta. Entre las grandes venas de esta ciudad se trenzan los Hutongs, barrios viejos y tranquilos atravesados por el tendido eléctrico que desaparece de forma mágica en las grandes avenidas.
Policías, guardias, y voluntarios de seguridad con brazaletes rojos e inscripciones chinas en amarillo, se apuestan en cada esquina, en cada bocacalle, o bajo las farolas que sostienen el peso de decenas de cámaras que lo graban todo. Los pekineses jóvenes no sueltan el móvil de la mano, y siempre hay alguien apuntando con el teléfono para aumentar la librería de imágenes. Les gusta comer en abundancia, devorando la mitad de lo que piden entre sorbos, gritos y risas. Son muy escandalosos, aunque no tanto como nosotros en un bar de tapeo.Beijing nos ha gustado, nos ha sorprendido y nos ha mermado las defensas para coger un buen catarro. Qué frío, de los que tanto habéis experimentado vosotros en este largo invierno que ya se acaba. Y aquí se interrumpe el viaje, que retomaremos muy pronto, y que deja el blog abierto, para lo que vaya sucediendo entre tanto.
Robiol.



En la aldea de Yang está a punto de llegar la electricidad. Sólo faltan 200m de posters para finalizar la infraestructura y enhebrar el cable de cobre. El primer aparato que se comprará nuestro anfitrión para conectarse al suministro eléctrico es una bomba de agua. Luego quizá una nevera para conservar los alimentos. En ningún momento mencionó la televisión. Seguimos hablando de los menos de nuestro país, de las ironías del progreso y las trampas del bienestar. Los hijos se van de casa a los 30, no tenemos tierras que cultivar y nos apiñamos en bloques de cemento. Dependemos exclusivamente del dinero para podernos alimentar, porque tampoco tenemos animales. Estos se crían masivamente en granjas donde nacen exclusivamente para morir en nuestras cestas de la compra. Le propusimos intercambiarnos nuestras casas, pero aquel hombre declinó la oferta dilucidando que allí no sabría de que trabajar.