51 cm

La primera vez que os hablamos de él medía poco más de 1 cm, y era una gotita blanca en una ecografía. El 28 de octubre, a las 16:21 la gotita se transformó en un bebé de ojos enormes que ya escudriñan este lado del mundo. La primera noche ha sido un insomnio feliz para los tres.

Bienvenido Biel...

Rajol y Robiol.

Beijing...

En lo alto del edificio hay una pantalla gigante, mayor que los carteles publicitarios de ropa, perfumes, relojes y navajas suizas, que la rodean. Se está emitiendo un partido en directo de la NBA a plena luz del día. Un hombre sigue la evolución del juego desde muy abajo, impasible al berrinche del niño que sostiene en sus brazos, que llora porque hace frío y se le congelan los mocos y las lágrimas. Por todas partes corretean cientos de personas, y muchas desaparecen por detrás de la puerta de un restaurante Kentucky Fried Chicken o en la boca de metro de la esquina que forman dos inmensas avenidas. Las banderas rojas se agitan en lo alto de los edificios comunistas flanqueados por guardas de uniforme verde y guante blanco: neveras gigantes de hielo gris y marcos de acero, donde todo son letras chinas que mantienen a los extranjeros ignorantes del idioma a entrar en ellos.

Bienvenidos a Beijing, capital de todas las tiendas de ropa, de todas las franquicias de comida rápida y de tecnología punta. Entre las grandes venas de esta ciudad se trenzan los Hutongs, barrios viejos y tranquilos atravesados por el tendido eléctrico que desaparece de forma mágica en las grandes avenidas.

Policías, guardias, y voluntarios de seguridad con brazaletes rojos e inscripciones chinas en amarillo, se apuestan en cada esquina, en cada bocacalle, o bajo las farolas que sostienen el peso de decenas de cámaras que lo graban todo. Los pekineses jóvenes no sueltan el móvil de la mano, y siempre hay alguien apuntando con el teléfono para aumentar la librería de imágenes. Les gusta comer en abundancia, devorando la mitad de lo que piden entre sorbos, gritos y risas. Son muy escandalosos, aunque no tanto como nosotros en un bar de tapeo.

Beijing nos ha gustado, nos ha sorprendido y nos ha mermado las defensas para coger un buen catarro. Qué frío, de los que tanto habéis experimentado vosotros en este largo invierno que ya se acaba. Y aquí se interrumpe el viaje, que retomaremos muy pronto, y que deja el blog abierto, para lo que vaya sucediendo entre tanto.

Robiol.

F o T o S CHINA...


Las casas de los espíritus.

Las casas de Laos acostumbran a tener un pequeño templo ornamental esculpido en su jardín. Normalmente se ubica en el rincón más tranquilo, a la sombra de un árbol, y es adornado con sumo cuidado. Cada mañana se le hace una pequeña ofrenda, sea incienso, bolas de arroz, bebidas o pan. En ese templo diminuto habita el espíritu de la casa. Este espíritu invisible es el “phi”. Los habitantes de la casa conviven y comparten su espacio con él, así que deben hacer lo posible para que éste se sienta feliz y amado. La energía de cada casa reposa en este espíritu y debe ser bien atendido para que éste irradie un buen karma en el hogar. No se toleran los gritos, las disputas o las mentiras. Así se entiende que las casas no son espacios inertes, sino que están vivas, te protegen y tienen su propia alma.

Los katang, una minoría étnica de Dong Phu que visitamos, llevan al extremo este animismo y durante siglos han desarrollado una convivencia muy especial con los espíritus de sus hogares. Su creencia es que en cada morada, habita un espíritu al que no se debe importunar, creando una serie de tabús ancestrales que no deben romper para conseguir su complacencia. Si un espíritu es incomodado deberán iniciarse ceremonias para aplacar su malestar, como el sacrificio de gallinas, o incluso búfalos, en el peor de los casos.

Algunos tabus realmente ofensivos para ellos, son, por ejemplo:

-No tocar o fotografiar los objetos sagrados de los espíritus que hay en la casa.
-Agacharse respetuosamente cuando se pasa al lado de ellos.
-No dormir junto a personas de diferente sexo (incluso si es tu pareja).
-Dormir con la cabeza orientada a las paredes más cercanas al exterior.
-Nunca apoyar los pies en la pared o posicionarlos para afuera.
-No golpear las paredes de la casa.
-No dar palmadas en el interior de la casa.

También supimos que para evitar que los espíritus se coman o echen a perder los víveres, almacenan el arroz y los frutos en pajares lejos de sus hogares, y también obligan a parir a las mujeres embarazadas en un bosque cercano para que los gritos no los irriten. Costumbres y leyendas que se han ido arrastrando hasta el dia de hoy en una étnia aferrada a su mundo de espíritus.

Rajol.